En 1950, 171 personas partieron de Valle Gran Rey a bordo de este navío buscando una prosperidad que su tierra natal les negaba.

Probablemente, esta historia sea como la de tantas otras que se han sucedido a lo largo de los tiempos, pero tiene un significado especial para los canarios. Fue como el cierre de una etapa aciaga, de un tiempo oscuro de desesperación y miseria, de un andrajoso futuro marcado por la represión y el racionamiento.

El viaje terminó  en la isla de Orchila (Venezuela), hacinados como ilegales junto al ganado. Y en medio de toda esta historia, cientos de historias personales que terminaron, en el mejor de los casos, prosperando en una tierra que no era la suya, pero que los acogió como si fueran sus hijos.

Esta pequeña, pero significativa obra, es un homenaje a los emigrantes y al barco que los transportó consistiendo en la figura silueteada del mismo junto con una placa donde se recuerda el hecho. La obra fue realizada con motivo del 50 Aniversario de la partida del Telemaco en el año 2000.